Conclusiones clave
- El concepto de "temporada de incendios forestales" ha quedado obsoleto. En 2025, se registraron eventos significativos fuera del periodo habitual en países como Japón, Estados Unidos y Corea del Sur.
- En Estados Unidos, los incendios forestales mortales ocurridos en California durante enero de 2025 reflejan un aumento en la exposición urbana, impulsado por el cambio climático y el crecimiento del desarrollo inmobiliario.
- Los incendios forestales generan múltiples consecuencias económicas. Más allá del riesgo directo, también provocan interrupciones operativas, afectaciones en la cadena de suministro, pérdidas en el sector turístico y problemas de salud derivados de la exposición al humo, las partículas en suspensión y el deterioro de la calidad del aire.
- En algunas regiones, las compañías de servicios públicos recurren a apagones preventivos durante periodos de alto riesgo para reducir su responsabilidad ante incendios causados por fallas en sus equipos. Estas interrupciones pueden afectar las actividades cotidianas y dificultar la respuesta de los servicios de emergencia.
- Así como las comunidades expuestas a incendios forestales están adoptando medidas de adaptación, las empresas también deben evaluar qué acciones preventivas implementar para proteger mejor a su personal y sus activos.
Aumento del riesgo de incendios forestales durante todo el año
Los incendios forestales en el hemisferio norte — incluyendo Canadá, Japón, Siberia, Corea del Sur, Estados Unidos e incluso el Reino Unido — reflejan un cambio en la dinámica climática: hoy, estos eventos pueden ocurrir en cualquier época del año, no solo en verano.
En enero de 2025, California sufrió graves daños por incendios intensos y de rápida propagación en Los Ángeles y zonas aledañas. Impulsados por fuertes vientos de Santa Ana, la falta de lluvias y una vegetación extremadamente seca, estos incendios cobraron la vida de 30 personas, destruyeron más de 18,000 inmuebles y arrasaron más de 56,800 acres (23,000 hectáreas).
En marzo, una serie de incendios en el sureste y centro de Corea del Sur dejó 32 víctimas fatales, destruyó cerca de 5,000 propiedades y consumió más de 256,000 acres (104,000 hectáreas) en apenas una semana. Un estudio de atribución concluyó que estos eventos fueron el doble de probables y un 15 % más intensos debido al cambio climático.1
La combinación de un planeta más cálido, cambios en el uso del suelo y el avance de la urbanización está provocando pérdidas más severas en distintas regiones del mundo, tanto en zonas históricamente vulnerables como en aquellas que antes no habían estado expuestas.
"Ver incendios de esta magnitud en pleno invierno es definitivamente inusual", comenta Steve Bowen, director de Ciencias en Gallagher Re. "Estamos enfrentando una nueva realidad en cuanto a la estacionalidad de los incendios forestales".
Dado que los patrones tradicionales ya no aplican, las comunidades deben prepararse para enfrentar incendios forestales como una amenaza constante durante todo el año. Esta evolución en la naturaleza del riesgo — con eventos más frecuentes y severos — ha generado mayores pérdidas económicas y un aumento en los costos del seguro.
Mientras el sector asegurador reevalúa su tolerancia al riesgo de incendios forestales, las empresas están analizando cómo proteger mejor a su personal y sus activos frente a posibles pérdidas.
Más allá de las pérdidas directas: los crecientes impactos secundarios de los incendios forestales
Desde 2015, Estados Unidos ha registrado más de 111 mil millones de dólares en pérdidas económicas directas por incendios forestales. De los 19 eventos con daños superiores a los mil millones, 15 ocurrieron en la última década, afectando significativamente la rentabilidad del sector asegurador.
Este impacto también repercute directamente en la capacidad de aseguramiento para los propietarios que buscan cobertura contra incendios forestales. A medida que las aseguradoras reevalúan su estrategia de gestión de riesgos y la capacidad que están dispuestas a ofrecer en zonas de alta exposición, obtener una póliza adecuada se vuelve cada vez más complejo.
Se estima que las pérdidas aseguradas por los incendios en Los Ángeles, ocurridos en enero, podrían alcanzar los 40 mil millones de dólares, convirtiéndose en la serie de eventos más costosa para la industria aseguradora hasta la fecha. Desde la perspectiva de los reclamos, estas pérdidas son comparables a un evento de "peligro máximo", como un huracán. Para ponerlo en contexto, los huracanes Helene y Milton en 2024 generaron pérdidas combinadas cercanas a los 44 mil millones.
El impacto económico inmediato de estos eventos sobre empresas y comunidades es considerable. Y a medida que los incendios forestales se consolidan como uno de los principales impulsores de pérdidas catastróficas anuales, las aseguradoras están tomando medidas para gestionar mejor su exposición a riesgos secundarios.
Estos impactos secundarios pueden ser severos. En febrero y marzo de 2025, intensas lluvias en el sur de California provocaron inundaciones, deslizamientos de tierra y flujos de escombros, lo que obligó a evacuar viviendas cercanas a zonas previamente afectadas por incendios.
Otras consecuencias económicas incluyen la caída del turismo y la hospitalidad, así como interrupciones prolongadas en el sector agrícola debido a la pérdida de cultivos y ganado.
Por su parte, las compañías eléctricas enfrentan tanto daños físicos a su infraestructura como posibles responsabilidades legales por incendios originados en sus equipos. Para reducir su exposición a litigios, muchas recurren a apagones preventivos durante periodos de alta actividad. Sin embargo, estos cortes pueden generar interrupciones costosas en las operaciones diarias, incluso si no hay daños materiales directos.
"Restablecer el suministro eléctrico con rapidez es clave para la recuperación. Por eso, cortar la energía a comunidades enteras no es una solución sostenible", señala Ian Giammanco, meteorólogo principal y director general de Estándares y Análisis de Datos del Instituto de Seguros para la Seguridad Empresarial y del Hogar (IBHS). "Debemos aplicar lo aprendido en décadas de investigación sobre infraestructura resistente al viento a los escenarios de incendios forestales", agrega.
En el corto plazo, las empresas ubicadas en zonas de alto riesgo deben anticipar más apagones proactivos e invertir en soluciones de respaldo que garanticen la continuidad operativa, ya que muchas de estas pérdidas no están cubiertas por las pólizas tradicionales.
Otra preocupación creciente en muchas ciudades es el deterioro de la calidad del aire. Los incendios forestales han afectado gravemente el ambiente, como ocurrió durante una de las peores temporadas en Canadá en 2023, cuando el humo proveniente de Quebec cubrió ciudades como Toronto y Nueva York.
Las partículas en suspensión llegaron incluso a Washington, Chicago y Minnesota, generando riesgos importantes para la salud, la cancelación de eventos deportivos y recomendaciones para que las personas permanecieran en interiores.
Con el aumento en la frecuencia y severidad de estos eventos, los efectos colaterales sobre la sociedad refuerzan la necesidad de estrategias integrales que permitan mitigar riesgos y fortalecer la recuperación. Enfrentar estos desafíos requiere comprender las causas profundas de las pérdidas y fomentar la colaboración entre sectores para desarrollar soluciones innovadoras que protejan tanto a las comunidades como a las empresas.
Cambio climático y expansión urbana: Impulsores clave de la pérdida por incendios forestales
Weather whiplash: el fenómeno de los cambios climáticos abruptos
El análisis de las condiciones climáticas previas a los incendios en California apunta a una influencia clara del cambio climático de origen humano como factor de largo plazo en el aumento del riesgo de incendios2. Aunque los vientos de Santa Ana intensificaron la propagación del fuego, los cambios extremos en el clima en periodos cortos — conocidos como "weather whiplash" — también se identifican como una causa relevante.
Este fenómeno describe una secuencia en la que periodos muy húmedos, que favorecen el crecimiento acelerado de vegetación, son seguidos por etapas de sequía intensa. Esto genera una gran cantidad de material seco que alimenta la propagación del fuego. Cuando se combina con vientos fuertes, un incendio puede avanzar rápidamente, alcanzando velocidades de hasta 32 km/h en condiciones óptimas. Además, el terreno inclinado facilita que el fuego se extienda cuesta arriba con mayor rapidez.
El otoño e invierno secos que antecedieron a los incendios en Los Ángeles estuvieron influenciados por el patrón climático de La Niña — la fase fría del ciclo ENSO (El Niño — Oscilación del Sur) — que, junto con el calentamiento global, habría incrementado en un 75 % la probabilidad de condiciones extremas para incendios, según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
El cambio climático también agrava el riesgo de otras formas. Investigaciones sobre los incendios de 2020 en Estados Unidos revelaron que el aumento de las temperaturas promedio favoreció la proliferación de escarabajos de corteza. Estos insectos, al atacar árboles ya debilitados por la sequía, provocaron una mayor cantidad de árboles muertos, lo que incrementó aún más la carga de combustible seco en el paisaje.3